no sueñes el encuentro, no
no sueñes la presencia
no sueñes el deseo
pues quizá no exista
no vivas de quizás,
no vivas de posibles
quédate aquí sentado
reposa tu angustia larga
respira tu anhelo inmenso
ya nada depende de ti
depón las armas…
recuéstate sobre la arena
con este sol de invierno…
que invita a ensoñar
que invita a convocar
su presencia crepitante entre tus manos…
pero… no sueñes, espera
tal vez el fruto llegue maduro
rodando cálidamente hacia ti por esta duna abajo
y sólo tengas que asirlo dulcemente en tus manos
sin esfuerzo
sin angustia
sin anhelo expectante…
simplemente…
acógelo en tu pecho…
y déjalo crecer
(diciembre, 2010)
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